Al principio era difícil entender por qué los paulistanos huían de São Paulo todos los fines de semana o escogían lugares lejanos para pasar sus vacaciones, era de pensar que la ciudad también servía para disfrutarla cuando no trabajada.
La palabra clave en ese momento era viajar, que en español tiene una connotación abstracta bien diferente de su homónimo en portugués. En español se viaja a algún lado al mismo tiempo que en portugués la acción prepondera en la mayoría de las ocasiones por encima del destino final. El tránsito es tan importante como el lugar, en español debería siempre importar la ciudad o el país, y normalmente, uno, es lo que el interlocutor espera.
Con el paso del tiempo la ciudad de São Paulo se reveló atosigante, era necesario salir para olvidarla, y con el consecuente desarraigo volver a sentirla y vivirla desde el principio como si no hubiera pasado nada.