La lengua consiste en una relación de poder donde se dirimen intereses entre los interlocutores.
Pedir perdón, concederlo, comprar, vender, negociar, regatear, solicitar bajar el tono, aumentarlo para prevalecer, incidir, resaltar, repetir, agradecer, convencer, sospechar, pasar credibilidad.
Esto es lengua en estado puro, la antítesis a los listados de palabras o los resúmenes de la IA, pues estos últimos no se apropian de realidades, sino que describen signos desarraigados donde la intencionalidad, el principal propósito de la comunicación no aparece por ningún lado.
La abreviación porfa denota un deseo ineludible de comprensión por parte del interlocutor, la propia abreviación, de carácter ciertamente infantil busca abrir un espacio de empatía necesario para no discutir mucho y acatar lo que el solicitante requiere.
Puro acto de lengua.