Antes, aceitar que as coisas nem sempre saíam como planejado era parte do jogo da vida; hoje, qualquer desvio gera histeria. Isso resulta em perda de confiança pessoal e numa sensação de incapacidade de controlar a realidade. Esse “sinvivir” contemporâneo alimenta crises mentais e uma busca incessante por terapias e soluções paliativas.
Se puede vivir sin vivir y no vivir viviendo, ambos, sinvivires en cualquier caso, lo mismo que una agonía constante, repetida en el tiempo, un coñazo en toda regla.
Los sobresaltos frecuentes suelen provocar ansiedad en las personas y hoy en un mundo donde la previsión es la norma de todas las cosas y en el que el azar parece no tener cabida, el sinvivir causa frustración porque es imposible regir todas las variables de lo que ocurre.
Si antes lo imprevisible era la norma y la reacción más normal era entender que la rutina a lo mejor no le salía a uno como quería o había planificado, formaba parte del juego, de lo normal. En cammbio, hoy, cualquier cosa que se salga de la línea prevista causa histeria. Y no solo, una sensación de frustración y pérdida de confianza personal.
Y lo que hay es como es en la mayoría de las veces y no como a uno le gustaría que fueran en la mayoría de las veces también. No entenderlo de esta manera constituye el sinvivir contemporáneo que puede derivar en las diversas crisis mentales de sobra por todos conocidas y que generan situaciones en las que se buscan constantemente soluciones consideradas terapias, un término aplicado a estados de convalecencia, propios probablemente de un mundo medio enfermo.