Leer
O texto reflete sobre o uso da palavra “óbvio”, popularizada pelo protagonista da filme espanhol El hoyo, como símbolo de arrogância e falsa segurança. Ao lembrar de sua chegada ao Brasil, o autor compara esse “óbvio” com o frequente “com certeza” usado pelos brasileiros, que lhe chamava atenção em uma época em que ele próprio vivia cheio de incertezas. Com o tempo, percebe que por trás de afirmações tão categóricas pode haver contradições e fragilidades. A conclusão é que aceitar a dúvida e a complexidade pode ser mais verdadeiro do que qualquer certeza absoluta.
Hace unos años, una película española titulada El hoyo puso de moda un adjetivo tan cortante como arriesgado: obvio. En boca de su enigmático protagonista, la palabra no era una simple afirmación evidente, sino una especie de latigazo intelectual, una superioridad condescendiente que no dejaba espacio a la réplica. La película, una metáfora densa y oscura sobre la condición humana, polarizó a la crítica: algunos la veneraban por su profundidad simbólica, otros la rechazaban por considerarla pretenciosa y excesiva.
Lo obvio de Brasil
Curiosamente, esa palabra –obvio– volvió a cruzarse en mi camino muchos años antes, cuando llegué a Brasil. Aquel Brasil homogéneo y aparentemente armónico, donde la mortadela era Sadia, la cerveza Brahma, el coche más deseado el Gol, y todo lo que importaba pasaba, tarde o temprano, por la pantalla de la Globo. En los noticieros y entrevistas, lo que se decía era poco, pero lo que se afirmaba siempre concluía con un rotundo “com certeza”.
En una época en la que yo apenas tenía certezas sobre nada –la juventud tiene esas cosas–, me sorprendía cómo un país entero parecía tenerlas todas.
El “com certeza” me impresionaba. En una época en la que yo apenas tenía certezas sobre nada –la juventud tiene esas cosas–, me sorprendía cómo un país entero parecía tenerlas todas. Había algo fascinante en esa seguridad televisada, en ese tono tan convincente que transmitía orden, identidad y confianza, aunque todo –con el tiempo lo entendería– fuera mucho más complejo y lleno de matices.
El hoyo
Años después, al volver a encontrarme con el “obvio” del protagonista de El hoyo, experimenté una sensación familiar. Pero esta vez, lejos de parecerme una afirmación segura, me sonó a trampa. Como si, en realidad, detrás de cada certeza contundente se escondiera una contradicción no resuelta, o un miedo disfrazado de verdad incuestionable. Aprendí entonces que, en muchas ocasiones, quien habla con excesiva convicción está intentando ocultar sus dudas más profundas.
La verdadera riqueza, quizá, esté en la incertidumbre bien llevada, en aceptar que no todo se puede afirmar con certeza, ni todo lo que parece obvio lo es realmente. A veces, los silencios y las preguntas son mucho más reveladores que una respuesta inmediata y rotunda. Porque la vida, como en El pozo, está llena de capas, simbolismos y giros inesperados… y creer que todo está claro puede ser el preludio de la sorpresa más desconcertante.
© España Aquí