Tapear é um dos maiores legados da cultura espanhola: escolher sabores, lugares e companhias de forma inteligente e prazerosa. Diferente da alta gastronomia, o tapeo valoriza a autenticidade, a proximidade e a tradição local. É uma aventura gastronômica social, leve e cheia de sabor, onde o simples se torna extraordinário.
Tapear quizá sea uno de los mejores inventos que la sociedad española haya aportado al mundo. Con la edad, la selección de las personas y sobre todo sus conversaciones, de las ropas, los lugares para vivir, los escritores y todo lo que se pueda elegir, se hace más inteligente.
Y tapear es un ejercicio más que razonable de selección de sabores, lugares y formas.
Comer poquito pero sabrosón es una opción. Y al contrario de las carísimas degustaciones in situ, ese desfile de platos mínimos con nombres rimbombantes y a menudo ininteligibles, el tapeo incluye un adicional que es la ubicuidad y el nervio.
Los tesoros se encuentran en muchos lugares, y muchos lugares albergan maravillas de sabor que justifican salir de casa, llamar a los amigos y compaginar bocados con bebidas que ayudan a socializar más sin engordar ni emborracharse demasiado, el equilibrio es virtud y lo breve, buenísimo.
Tapear de bar en bar supone una aventura gastronómica inigualable. Dicen que de viajar, el viaje, no el destino, es tan importante cuanto. En este ejercicio gastronómico, también. Supone visitar la especialidad de cada bar a pie de calle y mirarle a los ojos al camarero, que muchas veces llama al cocinero para explicar públicamente su criatura, casi siempre con alguna raigambre regional, no tan apegada a la moda de la gran cocina.
Es decir, el valor es lo de allí, la teoría y los experimentos no suelen gozar de aprecio, propuestas que no nacen del corazón ni de las convicciones de la tierra.