Ensinar uma língua com base no pragmatismo não é simplificar — é torná-la útil, viva e ligada ao que realmente importa para o aluno. Eu crio contextos reais, onde a gramática surge naturalmente, sem artificialidade. A sala de aula vira um espaço de troca, não de repetição. O idioma passa a ser ferramenta, não fim. Ensinar, para mim, é ajudar o outro a habitar o mundo com mais linguagem e mais consciência.
El pragmatismo en la enseñanza de lenguas implica sumergirse en una realidad cargada de matices, descrita a través de palabras, adjetivos, verbos, pronombres y adverbios, todos organizados en frases o sintagmas. Esta realidad es extraordinariamente compleja: aunque sea la misma para todos, nunca es descrita exactamente del mismo modo por dos personas.
Para aprender un idioma, es indispensable acotar esa realidad, porque resulta imposible abarcarla en su totalidad. El perfil profesional del alumnado influye de manera directa: los médicos tenderán a orientar las clases hacia un enfoque técnico, o a hablar más durante las épocas en que la gripe suele presentarse; los químicos, por su parte, aportarán sensibilidad hacia los componentes de superficies, pinturas de automóviles o fórmulas de medicamentos compartidas entre colegas. Quienes provienen del ámbito financiero probablemente opinarán sobre políticas públicas, o sobre la fluctuación de las tasas interbancarias.
Todo ello sucede en aulas con apenas 7 alumnos, deseosos de desarrollar sobre todo la competencia oral, como antesala de una aplicación real en su entorno profesional.
El mínimo común denominador de toda clase debe ser el pragmatismo, y con él, una selección de temas que emerjan de un ecosistema natural, moldeado por un grupo con orígenes socioculturales similares, y objetivos compartidos. Esos objetivos casi siempre comienzan por representar con éxito a su empresa en contextos latinoamericanos, luego representarse a sí mismos dentro de ella y, en fases más avanzadas, hablar ante el mundo a través del idioma.
Esto implica que el perfil individual del estudiante se atenúe temporalmente, para abrir paso a una “plaza pública” donde los contenidos se construyen a partir de una selección estadísticamente útil de temas, relevantes para los diversos profesionales que comparten el aula.
El pragmatismo se manifiesta de muchas formas: la realidad puede analizarse de lo general a lo específico mediante campos semánticos interrelacionados, que generan conexiones lógicas fundamentales para adquirir la lengua.
Tomemos el ejemplo del tomate, una realidad-palabra ya explorada en otra ocasión. A partir de ella, es posible hablar de su color, su forma, su precio en el mercado, las diferencias en la atención al cliente entre supermercados, cómo colocarlo en la bolsa sin que se aplaste, qué hacer si eso ocurre, cómo limpiar el jugo, su consumo en zumo, el riesgo de que cause gastritis y, finalmente, el tratamiento médico de esa afección en un hospital.
Todo esto —una situación lógica, real y derivada de la experiencia cotidiana— activa, casi sin esfuerzo, una gran cantidad de estructuras gramaticales necesarias para el alumno: verbos irregulares de la tercera conjugación, pronombres átonos, artículos neutros, dudas léxicas y otras construcciones que aparecen de forma orgánica, no forzada, porque nacen de una experiencia significativa y compartida.