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Idioma e Cultura. Entrevista: ¿Cómo empezó España Aquí?

Segundo Villanueva Fernández / São Paulo, 17 de Outubro de 2025

Lecionar é uma forma de aprender com os alunos e observar comportamentos humanos, algo herdado do jornalismo. As dificuldades do início, especialmente a exaustiva locomoção por São Paulo, precipitaram uma escola com um selo comunicativo próprio. 


 

 

Matheus:
Hola, Segundo, ¿cómo estás? Buenas tardes.

Segundo:
Yo bien, ¿y tú, Matheus?

Matheus:
Estoy bien, muy bien. Segundo, hoy quería hablar contigo un poquito porque tengo algunas preguntas que quería tener una respuesta contigo.

Segundo:
Venga, dime, ¿cómo te voy a ayudar?

Matheus:
Ah, bien. Mi primera pregunta sería, Segundo, me gustaría muchísimo preguntarte, ¿por qué leccionas?

Segundo:
¿“Por qué lecciono español”, sí? Porque me gusta mi lengua, me gusta la palabra. Me gusta la comunicación, me gusta cómo las personas se comunican entre ellas, me gusta observarlas comportándose.
Me gusta conocerlas, saber cómo hacen negocios. Entonces, cuando yo lecciono, aprendo mucho con ellos. Creo que aprendo más yo con ellos que ellos conmigo, pero es una percepción, no lo tengo tan seguro.

Matheus:
¿Y bien, cómo fue eso? ¿Porque te ha parecido que te ha gustado la respuesta o por qué?

Segundo:
No lo sé. Bien, dijiste que aprendes más con ellos que ellos contigo. Yo siempre he tenido la percepción de que sí, o sea, cuando estoy con una persona leccionando, esa persona me tiene que sorprender.
Me tiene que contar historias nuevas, me tiene que transportar, enriquecer, hacer mejor de lo que era cuando empecé la clase. Para mí las clases son variaciones de una entrevista.

Matheus:
¿Piensas que sí hay algún cambio interpersonal?

Segundo:
Yo no tengo esa percepción tan psicológica. Me fijo mucho más en los comportamientos de la gente, es más sociológico, digamos así.

Matheus:
Pero, ¿cómo fue eso? Porque yo sé que eres periodista de formación, ¿cómo ocurrió el cambio?

Segundo:
Ah, porque los periodistas observan. Lo que yo aprendí en la universidad es estar callado, mirar, ver cómo se comportan las personas y retratar aquello, crear estadísticas de comportamientos humanos.
Esto es lo que yo hice siempre en mis clases de español.

Matheus:
Entonces, gracias. ¿Y cómo es en Brasil? ¿Cómo es que leccionan en Brasil? ¿Cuáles fueron tus mayores dificultades en Brasil? ¿Tú qué piensas?

Segundo:
Mis mayores dificultades en Brasil, Matheus, no fueron las clases en sí. En un momento determinado de mi vida, empecé a tener más y más clases; me llamaban de un lado y otro de São Paulo.
Hubo una época en mi vida en la que yo no comía. Mi mujer me compró una nevera para el coche y la colocaba en el medio, donde está el freno de mano.
Me metía un bocadillo, una manzana, agua… e iba de un sitio para otro, de la zona norte a la sur. Hacía 70 u 80 km, no seguidos, claro.
Empezaba a las 8 de la mañana, luego a las 10, 12, 3, 4 de la tarde… y acababa a las 7 u 8 de la noche. Todos los días.
Esa fue la principal dificultad como profesor de español.

Al principio fui profesor particular; esa historia de la locomoción me llevó a una crisis enorme. Vivo en Pinheiros, y un viernes, al entrar al barrio al final de la tarde, vi las luces de los edificios y, en lugar de luces, vi dientes.

Matheus:
¿Dientes?

Segundo:
Sí, dientes. Como si los edificios tuvieran muchas bocas que me querían comer. Entonces llegué a casa y hablé con mi mujer: “Algo tengo que cambiar en mi vida”.
Esa fue la principal dificultad: la locomoción, el transporte. Las clases, no; me divertí muchísimo, conocí mucha gente y tuve experiencias muy positivas.

Matheus:
¿Y en ese momento soñabas con la escuela o no?

Segundo:
No, fue a partir de los “dientes” que empecé a pensar que había que hacer algo. Ya no podía asumir más clases, así que empecé a hablar con otros profesionales para que me ayudaran.
Y fue así, poco a poco, que se juntaron más personas conmigo. Me ayudaron muchísimo.
Después imprimí un sello muy específico de hacer clases de español en Brasil. Soy comunicador, me gusta que las personas hablen entre ellas, se respeten y discutan —pero sin enfadarse—, lo cual es complicado, principalmente hoy.

España tiene un estilo muy concreto: comunicativo, con competencia oral y escrita, basado en la discusión, la opinión del otro y la escucha.

Matheus:
Sí, sin duda. Yo lo creo. ¿Y las clases que más te encantan? ¿Qué más te gusta hacer o que los otros hagan contigo?

Segundo:
Lo que más me gusta es cuando siento que una clase es redonda.
Cuando he integrado a las personas, cuando ha habido vibración y energía desbordante. Siento cuando una clase es buena o no lo es.
Una clase redonda es cuando el tema ha sido de interés, las personas han participado, yo he crecido con ellos y ha habido una radicalidad aprendida.

Soy muy sensible a la pronominalidad: cuando oigo a un brasileño usar pronombres átonos de forma natural, me siento en casa, con mi gente.

Matheus:
Y, Segundo, para finalizar esta conversa, quería preguntarte: ¿qué piensas que se ha quedado en el pasado, algo que hubieras querido hacer y no hiciste?

Segundo:
Quizá trabajé demasiado. El 90% de lo que soy está oculto, en trabajos que hice y no se ven.
Creé páginas de internet sin saber programación, métodos, cuidé mucho la imagen: la tarjeta, el sobre, el papel timbrado…
Lo que se me quedó en el tintero fue no haber seguido con algunos profesionales de alto nivel hasta el final, para llevarlos a la excelencia que buscaba.

A mí me gusta acabar los proyectos. Sé los plazos de la fluencia primaria, de la fluencia plena. A veces las personas no lo entienden, no son técnicas.
Echo de menos que me den más tiempo, que me dejen ser yo, que España Aquí haga su trabajo.
Eso es lo único que siento falta en el mercado actual en Brasil.

Matheus:
Entiendo. Bien. ¿De acuerdo?

Segundo:
De acuerdo.

Matheus:
Gracias, Segundo, por hablarnos.

Segundo:
No, otro día me pillas por ahí y andamos un poquito por el pasillo de la escuela. Seguro que saldrán muchas anécdotas e historias nuevas.

Matheus:
Sí, claro. Espero que sea así y lo haremos aquí en la escuela. Hablamos mucho, hablaremos más.

Segundo:
Matheus, muchísimas gracias, tu español cada día está mejor.

Matheus:
Ay, espero que sí.

Segundo:
Muy bien, gracias.

Matheus:
Un saludo. Muchísimas gracias, ¿vale?

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