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No se sabe por qué no el gordo y sí la gorda, un sunami irrefrenable y normalmente problemático, una predicción nada halagüeña de que las cosas se van a torcer de una manera incontrolable, suena a crecida de río, a tempestad marítima, lluvia torrencial, o victoria del candidato contrario, goleada del rival, percepción inmediata de multa por exceso de velocidad o cualquier otra situación cuyo ciclo consiste en crecer descontroladamente y derivar en un desenlace final anclado en lo ignoto, lo cual, todavía lo hace parecer más gordo.