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En las negociaciones comerciales, cada país tiene su propio estilo. En España, por ejemplo, muchos ejecutivos prefieren ir al grano y presentar la oferta desde el principio. En cambio, en algunos países hispanoamericanos, como México o Colombia, los clientes esperan una conversación previa más personal y cercana.
Si un cliente muestra dudas, se le responde con explicaciones detalladas. Si no entiende bien un punto del contrato, se lo aclaramos con ejemplos. A veces, el cliente no tiene los documentos listos, entonces se los solicitamos con antelación. En otros casos, si un cliente internacional tiene preguntas, le ofrecemos apoyo personalizado. Cuando hay retrasos en la firma, nos comunicamos con él para evitar malentendidos. Las diferencias culturales hacen que sea fundamental adaptar el lenguaje: en América Latina, le hablan con más cortesía y rodeos; en España, lo dicen directamente. Conocer estas diferencias mejora la eficacia y la relación comercial.