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Falar diretamente pode ser considerado ou não educado, dependendo do contexto. O uso de imperativos, argumentos sobrepostos, interjeições e até palavras malsonantes sem seu significado original chamam atenção, assim como os juízos de valor. Por outro lado, no Brasil, os silêncios nos diálogos, o respeito e a pausa podem causar desconfiança no ponto de vista peninsular, onde se espera uma resposta que muitas vezes não vem ou é suavizada. A chave é entender as diferenças culturais sem fazer julgamentos que prejudiquem a comunicação.
Hablar directo puede o no suponer ser educado. O no. El buen uso de los imperativos, la superposición de los argumentos, la aparición frecuente de interjecciones, muchas veces palabras malsonantes con un significado ya vacío del suyo original llaman poderosamente la atención, la consecuencia, la emisión de juicios de valor, casi siempre.
Como contrapunto, los grandes silencios de los diálogos en Brasil, el respeto, siempre desde el punto de vista peninsular, la pausa, a veces la falta de contraposición argumentativa cuando se espera una réplica que muchas veces no viene, o viene tamizada con un carácter ameno.
Si la dirección acusada de los interlocutores produce sensación de atropellamiento o hasta falta de respeto, el silencio o la sensibilidad excesiva de la pausa produce desconfianza en el peninsular.
¿Quién tiene razón, cómo casar las dos culturas sin compararlas, cómo entender la diferencia sin el juicio que nos predispone negativamente para el proceso comunicativo?