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Nas cidades, a bicicleta surge como símbolo de mobilidade moderna, junto com soluções como Uber, enquanto o carro se torna cada vez mais restrito ao uso privado ou de luxo. Isso revela limitações nos transportes públicos e desperta novos debates sobre direitos e convivência no espaço urbano, especialmente entre ciclistas, pedestres e motoristas. A reorganização desses direitos e deveres mostra-se complexa, exigindo mais do que regras: exige uma nova cultura de mobilidade.
La ciudad anda en bicicleta. O pretende.
Los Uber y otro tipo de soluciones alternativas de locomoción forman parte también del paisaje y el coche cada vez más se restringe a lo privado, quizá al lujo, no es más una necesidad inmediata.
Esto demuestra también una cierta limitación de los transportes públicos, solo el tiempo nos dirá si van a entrar también en decadencia.
Al mismo tiempo que surgen las bicicletas surgen los derechos, de las bicicletas y con los derechos, las fricciones, a veces la falta de entendimiento. Primero con aquellos que ven una invasión a un status quo que prevaleció y ya no, y en segundo lugar con los que asumen la tendencia, incorporan el derecho y a veces lo extrapolan.
Seguro que es el momento de revitalizar al más débil, al pedestre, reconducir la escala de derechos y deberes de una sociedad móvil es mucho más complejo que establecer unas reglas basadas en pistas por dónde transitar.