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Ser un pelele, o un tonto, o tontín, o alguien de poca relevancia era común escuchar hace algunos años. Sin embargo, al observar algunos cartones de Goya de finales del siglo XVIII, donde las mujeres manteaban un muñeco de trapo que simbolizaba la superioridad femenina sobre el hombre, el pelele, se siente la necesidad de recuperar esta figura. Tradicionalmente, el pelele era visto como alguien inocente e infantil; los cartones del XVIII lo retrataban como el hombre idealmente inane, un adulto en este estado, objeto de celebración por las mujeres que lo representaban en el acto de manteo. La lucha de sexos ya se expresaba hace 200 años y se mostraba en eventos carnavalescos, donde las mujeres lo hacían con un espíritu lúdico y divertido.
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