Leer
Ya en otra ocasión aludimos al leísmo total, refiriéndonos a él como el uso del pronombre personal "le" para hacer referencia a un objeto inanimado, como en los siguientes ejemplos:
— El libro se cayó y le cogí.
— Le llevé al taller (el coche).
Este tipo de leísmo no se ajusta a la norma culta del español y se considera un uso incorrecto. De hecho, tanto la Real Academia Española como el habla formal lo desaconsejan, ya que tiene poca aceptación entre los hablantes de la lengua.
Por otro lado, el leísmo parcial consiste en emplear “le” como objeto directo en lugar de “lo” o “la”, pero solo cuando se refiere a personas:
— Le vi (a él) y comenzamos a hablar. → en lugar de Lo vi.
— Le vi (a ella) y comenzamos a hablar. → en lugar de La vi.
Este uso es más frecuente en algunas zonas de España, especialmente en Castilla y León o Madrid, y aunque no es plenamente normativo, ha sido aceptado por la RAE como válido cuando el referente es una persona masculina (y en menor grado, femenina).
En resumen, mientras que el leísmo total carece de respaldo académico y social, el leísmo parcial goza de cierto reconocimiento, sobre todo cuando se trata de referencias personales que favorecen un uso más cercano o afectivo del lenguaje.
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