Halagar, en cambio, puede tener una carga más subjetiva o interesada. Halagamos a personas cuando decimos cosas agradables sobre su aspecto, carácter o desempeño, a veces con el propósito de agradar o conseguir algo. Aquí, la intención puede ser genuina o estratégica.

Piropear suele usarse en situaciones más informales y se asocia con comentarios sobre el atractivo físico. Lanzamos piropos a quienes nos resultan atractivos, aunque su uso ha cambiado con el tiempo y en muchos contextos se considera inapropiado o invasivo si no es bien recibido.

También podemos simplemente hablar bien de alguien, sin más intención que destacar sus virtudes o cualidades, de manera neutral y sin implicaciones ocultas.

Finalmente, cuando hay un interés romántico o coqueto más claro, echamos los tejos. Esta expresión coloquial española implica una intención amorosa o de seducción, y aunque puede ser juguetona, también requiere que exista cierta complicidad o apertura por parte del otro.