Acabamos el año con ninguna novedad bajo el sol. Un fútbol, el europeo, principalmente el inglés, en franca decadencia. Parece que los petrodólares y las inversiones de los magnatas americanos no son suficiente para reorganizar este deporte en las islas, más proclive a auspiciarse en el marketing que en los resultados obtenidos por sus clubes. Lo mismo pasa en Francia, un campeonato raso, parado en el tiempo, ciertamente cansado. O en la Bundesliga, donde solo el Bayer muestra la brillantez de un equipo que hace justicia a su historia.
En España, más de lo mismo. Es increíble cómo el mismo equipo, me refiero a no solo el nombre, sino a los jugadores, pueden ser tan buenos. El Barcelona es un ejemplo de gestión futbolística dentro del campo, no me refiero a lo que ocurre fuera. Ya el Madrid, es todo lo contrario, tanto dentro del rectángulo de juego, como en los despachos. Mientras su presidente considere que el fútbol es una contrata, será imposible que este equipo levante cabeza, ya van 13 años.
Segundo Villanueva, desde São Paulo