Cuando Cristiano Ronaldo se elevó al quinto piso y le puso la pelota para que la empujara, noté que a Lucas Vázquez se le congeló el cuerpo, al principio pensé que como a Cardeñosa en el 78 era un nudo en el estómago amarrándole la pierna derecha, tras ver las imágenes llegué a la conclusión de que todo fue planificado.
A Benatia lo esperó y en fracción de segundos tuvo que decidir si desviarla a la red o esperar un contacto inevitable. Y esto fue lo que ocurrió, el italiano lo empujó por detrás, tuvo que cargarlo y marró en el achique de la pelota.
Lucas Vázquez aguantó porque sabía que Benatia se le venía encima a la desesperada, y eso por detrás inevitablemente llevaría al contacto, cuál, imprevisible, cualquiera, qué más da, dentro del área da penalti, probabilidad mínima de que el italiano no lo arrollara por algún flanco.
Lucas Vázquez gestionó la opción más arriesgada, empujarla era más fácil, la habilidad de Benatia casi provocó su impugnación en el campo, pero le salió bien. Yo hubiera tirado a gol, eran 2 metros.
Después acudió el drama, Buffon, el Bolero de Ravel de la sempiterna historia del Madrid y la bilis de los exaltados.
De las intensidades, las voluntades y los dramas a los árbitros todavía no les han dicho nada, hace tiempo que cargan contra los tramposos y sacan tarjetas amarillas en los piscinazos intentando mimetizar la mala índole del jugador cuando huele el premio fácil de una falta provocada, como los psicólogos, estas son las arenas movedizas del mérito, pero de ahí a Shakespeare hay un mundo, probablemente estaríamos hablando de otra cosa, no sé si de fútbol, quizá de uno diferente.
Solo los hinchas discuten sus preferencias, lo tenemos muy claro y el mundo drásticamente está dividido en dos.
Por lo demás, la Juventus mereció ganar, quedará en el aire quién debería haber superado la prueba a los puntos, catalogación que tampoco nos vale hoy por hoy.
Lucas Vázquez tiene visión periférica y desde hace tiempo es el principal socio de Cristiano Ronaldo.