Los milagros del fútbol y lo seudoreligioso

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Dicen que el primer milagro del Papa Francisco fue hacer que San Lorenzo ganara el Apertura argentino.  Los periodistas, la opinión pública y el mundo llegaron a la conclusión de que este era un campeonato que nadie quería ganar.

Quitando estos episodios de relumbrón, que implican altas instancias de lo divino y de lo humano, diariamente se suceden otros menores, pero que no por ello le quitan la condición seudoreligiosa a ese deporte radical que llamamos fútbol.

Ayer, Osasuna (Pamplona), con el tercer presupuesto más bajo de la categoría recibía al intrépido Atlético de Madrid con todas las reservas posibles.  Venía este último de ganar al Milán, líder de la mano del Madrid, practicando uno de los mejores fútboles de los últimos tiempos, y según los notables de todos los lados, está llamado a labrar una de las etapas históricas más gloriosas de la historia del club.  Todos saben de Diego Costa, de Koke, el gran momento de Turan, y un largo etc.

Por el lado rojillo, ecos y sordinas.

Osasuna le clavó 3 goles en los primeros 45 minutos y la hinchada recibió la mejor inyección moral de la semana.  Barrido, visto y no visto, una sombra de equipo.  Muchos méritos también por parte de ese club de Navarra que juega directo a veces, que aplica la inteligencia en los momentos oportunos, pero que siempre mete la pierna.

Osasuna es un equipo a caballo entre la locuacidad de la Real Sociedad y el trapío del Aleti.

A este equipo de piscinas (todavía es un club, como el Madrid, Barcelona y Athletic), se le dan bien los milagros.  A Dios rogando (rezan en el vestuario) y con el mazo dando.

Vamos,

Segundo Villanueva