La primera vez fue cuando niño.
Correteaba tras un balón en la Plaza.
Imaginé una filigrana al modo Pelé.
Pero caí, trastabillado, torpe.
Estaba atrapado, ¡en mi propio cuerpo!
Entendí que jamás sería capaz de realizarme.
Pero al día siguiente volví a la Plaza.
Volví a intentar la filigrana.
Volví a caerme.
Pero no me importó que rieran.
Tomé la obstinada decisión de intentar escapar de mis propias limitaciones.
No renunciaría a mi alma de delantero.
Aunque mi cuerpo fuera tosco, propio de un central.
Quiero ser Pelé.
La verdad es que como futbolista no me fue bien.
Quizá no se pueda ser lo que uno no es.
No sé.
Hoy, me siento así otra vez.
Atrapado.
Intento ser mejor de lo que soy.
Pero me caigo.
Me faltan talentos. Lo sé.
Estoy atrapado.
Pero creo que mañana volveré a la Plaza.
Seguiré corretando tras el balón.
Veremos cómo me va.
Me parece que es eso, no se puede ser lo que uno no es, pero el seguir yendo a la Plaza, el seguir levantándose y querer ser mejor, eso, todo eso es VIVIR y quizá ser uno mismo.
Seguro que te irá bien.