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No sé quiénes son más, los que quieren, los que no quieren, los indiferentes, y entre los negativos, cuáles son los motivos de los que no quieren. Pero el Mundial, con la espantada de Dilma, comienza el jueves. Hoy ya se siente en São Paulo un cierto nerviosismo irrelevante la semana pasada.
Todo llega atrasado, y lo peor, el mensaje que Brasil está pasando al mundo es que…continúa siendo el país del futuro. Organizar una Copa del Mundo supone no solo construir 12 estadios. Hay que hacer que las ciudades puedan llegar a ellos, y esto implica, carreteras, servicios, hoteles, taxis y mucha otra infraestructura.
Nada o poco de esto se ha hecho a lo largo de prácticamente 4 años. De nuevo, Brasil no se entera. Cuando alguien perciba que es necesario que los servicios se entreguen a los ciudadanos, no que estén, este país habrá dado un salto de calidad muy importante.
Después, le llegará el turno a la educación. En este sentido, Brasil lleva mucho más tiempo de retraso del que sería deseable.
En relación a lo meramente futbolístico, Brasil es el gran favorito, no por su equipo, sino por su hinchada. Francia y España se pueden colar en una hipotética final. No parece que los equipos europeos, como siempre, vengan en las mejores condiciones físicas.
Finalmente, una cosa es cierta, los estadios (inacabados) son los mejores del mundo.
Disfrutemos de la Copa, paremos de aprovechar esta exposición para lesar los intereses de los ciudadanos con huelgas oportunistas y que gane el mejor.
Segundo Villanueva