El deporte nacional

A finales del mes de noviembre, el escritor Benjamín Prado escribió en las páginas de Sociedad de Elpaís un artículo sobre la envidia. ?Será la envidia, y no el fútbol, el deporte nacional de España?

Destacamos algunos párrafos:

Al final de un combate siempre hay tres tipos de espectadores posibles: los que aplauden al ganador, los que se apiadan del vencido y los que celebran su derrota.

La exhibición del fracaso, sin embargo, es un buen negocio para la prensa rosa o amarilla y un mal camino para nosotros, porque nos convierte en coleccionistas de naufragios, en oscuros visitantes de las ruinas.

Luego, sólo hay que mezclar a Albert Camus con Oscar Wilde para estar de acuerdo con el primero en que “es más fácil lograr la fama que merecerla” y con el segundo en que “un tonto nunca se repone de un éxito”. No hay perdón para quienes no saben estar a la altura de las cimas a las que han llegado.

“Creo que el motor de todo esto es el resentimiento”, dice el filósofo Gustavo Bueno, que es autor, entre otros muchos libros, del ensayo Telebasura y democracia. “En España el éxito se admira, pero no se perdona, probablemente porque somos muy orgullosos y como en la admiración hay casi siempre un punto de acatamiento, sentirla por alguien nos llena de rencor hacia él. No hay más que ver con qué ferocidad tratamos a los expresidentes del Gobierno, que sólo se diferencian de Luis XIV en que a ellos no les cortamos la cabeza”.

Resulta inquietante darse cuenta del modo en que le da la razón el epitafio que hizo poner en su tumba el dramaturgo Enrique Jardiel Poncela: “Si queréis los mayores elogios, moríos”.

En el deporte, donde tanto los medios de comunicación como los aficionados tienden a exaltar los triunfos y dramatizar las derrotas, la muchedumbre parece rugir de placer viendo a Diego Armando Maradona caer desde su mito al lodo; o escuchando al boxeador Myke Tyson decir que está sin blanca, cuando antes gastaba miles de dólares en alimentar a los dos tigres que tenía como mascotas; o contando los torneos que ya no gana y los patrocinadores que abandonan al golfista Tiger Woods, tras acusarle su esposa de un kilómetro de infidelidades.

No hemos debido de avanzar mucho, a juzgar por lo que se parece eso a lo que cuenta Nietzsche de la Grecia del siglo V antes de Cristo, en su obra El ocaso de los ídolos: “La influencia de Sócrates se basó en su astucia, porque adivinó que su fealdad, sus limitaciones y su decadencia moral hipnotizarían a una sociedad que en todas partes estaba a un paso de la depravación; así que se presentó como un caso extremo de la miseria colectiva, y lo pusieron en un altar”. No por mucho tiempo, porque como se sabe, al final lo condenaron a morir envenenándose con cicuta, tras culparlo de cuestionar a los dioses y de corromper a la juventud ateniense.

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4 comentários

  1. Pedro, ¿quizá referiste el artículo por Mourinho? Quizá. Pienso que los culés, tradicionalmente, lo han sido, y muy envidiosos, del Real Madrid…

  2. Segundo,
    Va por todos nosotros: los españoles.
    No voy a escribir más sobre Mourinho en el blog. No representa los valores que me gustan del Real Madrid.
    El domingo muchos brasileños vieron por primera vez jugar al Barca, porque lo transmitió la Globo. Lo que se estaban perdiendo…

  3. Bueno, él es lo que se denomina estrictamente un profesional. Un ejecutivo del fútbol… le funcionó… quizá los valores que no te gusten sean los de Florentino. Sinceramente, a mí, nada…a pesar de ser un pedazo de empresario…

  4. Florentino, para mi, representa los valores opuestos del madridismo clásico.
    Es un señor que no para de repetir que el Real Madrid es el mejor club del mundo, con el mejor entrenador del mundo, etc… Eso no lo puede decir uno de uno mismo.

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