Cuando explotaron los trenes en Atocha echaron a Rajoy.
Me gustaría saber qué pasará cuando acabe todo esto con el actual gobierno español, empezando por Irene Montero, siguiendo con Carmen Calvo y continuando con Iglesias para acabar con Sánchez.
Pero este es uno de los problemas.
En España, antes de la crisis, pues ahora lo que hay es un estado de sitio, se habían instalado estos relatos autoritarios:
- Agendas políticas forzadas construidas a base de narrativas encima de agravios superficiales, precipitados, forzados o sin consenso.
- Búsqueda inefable por la entropía, principalmente social.
- Incapacidad para distinguir los problemas reales de los figurados. El discurso se convierte en realidad .
- Pérdida de la noción de simbiosis y asunción del cambio con la continuidad moral, histórica y social.
- Pérdida de la capacidad para discutir, también del noble derecho de ejercer la libertad de expresión y disentir más allá de los discursos oficialistas, las ideologías del momento.
- Marginación social a la disención, estigmatización.
- Endogamia administrativa y política.
- Centripetismo y prepotencia moral desde el punto de vista geográfico e histórico, una clase política que se cree el centro del mundo en relación a los dogmas morales relacionados con la familia, los derechos inalienables, la relación hombre-mujer o el clima y también geográficamente ignorando su relatividad en relación al resto del mundo, conformados por otros valores, ideas y tradiciones.
- Populismo.
- Falta de capacidad de gestión.
Se tardó en dilucidar la crisis con eficiencia por el peso de la agenda populista acorde con el discurso de moda.
Los picos de contaminación 4 días después del 8M cuadriplicaron en Madrid.
La ideología nos mata cuando se dispara, la incapacidad también, la fábula de los podencos y galgos de Tomás de Iriarte viene al pelo cuando se trata de la respuesta del actual gobierno al coronavirus y para explicar todo lo que estaban haciendo anteriormente.