Luis Cernuda afirmaba que era español porque no podía ser otra cosa. Supongo que su aserción procedía por la opresión que sufrió en una época histórica española plagada de atrasos y donde la homosexualidad era repudiada con saña y crueldad.
Cuando lo de los trenes del 11-M a mí me dio vergüenza por primera vez ser español. Jamás un pueblo violado se puso del lado del invasor, menos España. Es tan difícil entender este país que a veces dan ganas de pedir la baja.
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Ébola. La auxiliar de enfermería Teresa se ha contaminado y la culpa la tiene la política de información cuando lo esencial es que existe desidia desde hace mucho tiempo en la Sanidad Pública española. Es perceptible que dentro del aparato sanitario español existe un volcán donde hierven las reivindicaciones laborales, discusiones sobre jornadas de trabajo, cantidad horas a más o a menos, vacaciones, y un largo etc. que evidentemente derivan el objetivo del foco principal que es la atención al enfermo. Ese es el polvo que exala cualquier hospital público español, el del conflicto.
La sensación externa es que la sanidad ha perdido el rumbo, no está a lo que es. Y con la salud hay que tener otros preceptos: solidaridad, donación, ejemplaridad, coraje, sacrificio. Por eso que tradicionalmente este servicio estuvo administrado por religiosos. Hoy, hay enfermeros y médicos que no quieren atender a Teresa, compatriotas que no entran en su cuarto por miedo. Pero no es ese el verdadero motivo. Lo más grave es que los que están, no todos, no han entendido nunca el verdadero espíritu de la sanidad pública (la privada es otra cosa), que es la gratuidad.
Hay que echar a los que no quieren entrar en el cuarto de Teresa. No sirven, ellos me producen nauseas y vergüenza de ser español.
Segundo Villanueva, desde São Paulo, 11 de octubre de 2014