Dos cosas de Mitterrand a Daniel Cohn-Bendit en mayo del 68. Lo llamó vabagundo y le acusó de cargarse la familia.
Hasta mediados del XX, cuando no había privacidad y los padres e hijos se apelotonaban en un solo cuarto para comer, hablar, dormir, higienizarse y reproducirse, la mujer gestionaba los espacios, la educación de la prole y la capacidad de generar riqueza de su marido.
No podía ser elegida para cargos públicos, pero su aval era imprescindible para que se tornase candidato. Un mal marido, un descarte. Uno de los motivos principales de divorcio en la Francia de la época, mayoritariamente suscitado por las mujeres, además del alcoholismo y la violencia era la incapacidad del hombre en generar recursos.
Su vida, postergado ante las inclemencias del trabajo, vivir como ímpetu de supervivencia, qué difícil, transcurría a través de un infierno físico y moral. La mujer, en su inevitable posición lo recepcionaba al final del día, antes, ordenaba la cría, gestionaba los recursos, delimitaba los espacios, sin noticias de su compañero en el ámbito privado.
Las personas se casaban las menos por conveniencia, las más por necesidad, en el 68 vino el amor, al principio camuflado por los cuerpos y la libertad suscitada por el hartazgo de la conveniencia y la necesidad, subsistió el cuerpo, a veces el amor, menos la conveniencia, poca la necesidad, de cualquier manera, los diáfanos papeles del hombre y la mujer se proscribieron, Mitterrand, socialista, lo anticipaba con una clarividencia anómala, sabía que lo que estaba entrando en crisis era la familia porque se le estaba empezando a caer su gran pilar que no era otro que el de la madre.
Felices, madres, gracísimas.
Justo Mitterand defendiendo a la família que mantuvo dos al mismo tiempo, claro que van a decir que era praxe en la época. Lo que defendía en realidad era el principio del fin de una era en que el hombre juez y señor comenzaba a perder espacio en un mundo que hasta ese momento habia dominado por completo.
Lo que 68 trajo a la mujer, fue reforzarle la certidumbre de que podía todo: asumir cargos, luchar, reivindicar, vivir su sexualidad como mejor le pareciera y seguir cambiando pañales y amamantando. Pero eso, no empezó en 68 sino que lo digan Madame Curie o Simone de Beauvoire.
Lo que la crítica a Cohn Bendit prueba, es que no significa nada catalogarse como socialista o tener cualquier pensamiento político si el corazón es retrógrado. La figura de la santa madre, ha sido una instalación para colocar a la mujer en un lugar de donde no tuviera ningún margen de maniobra, pero aunque costó, cuesta y costará el avance del género humano un día dará buenos frutos.
Como el tema hoy es la madre y la mujer, dejaré para otra ocasión entrar a valorar el socialismo de Mitterrand y si tuvo una o dos familias (solo criticable desde un punto de vista moral y occidental-mejor mantener a dos que a ninguna) y el anarquismo de Cohn Bendit, hoy Verde (con pasado a analizar de relación, más que criticable, con niños).
El 68 marcó un antes y un después en las libertades y por lo tanto en la de la mujer.
La mujer siempre será madre, forma parte de su naturaleza.
En cuanto a la familia, entendida como lazo, unión y amor, más que en crisis, creo que lo que ha cambiado es su forma pero no su esencia.
Hoy hay diversas formas de familias que siguen teniendo valores de lazos de unión, amor desinteresado, lucha y sacrificio.
La madre siempre será madre y mejor si lo es con más libertad e igualdad.
Sigo creyendo que el amor más abnegado, sincero y altruista es el de la madre.
¡Feliz día de la madre!