La autorregulación del mercado quizá sea la manera de centrar en el hombre las decisiones sin concederle la última palabra. Quizá sea la mejor gestión de las cosas, gestionar sin gestionar.
En el Macroestado se encarna la inefable desconfianza del género humano sobre el género humano. El Estado se justifica en las enfermedades (sanidad pública, la crisis de la COVID 19 en 2020 fue su máxima expresión) pero principalmente contra el hampa de la especie, los ladrones, tramposos, estafadores, alcóholicos, imprudentes al volante, imprudentes en la mesa y evasores de impuestos, es decir, en las antípodas del liberalismo, el Macroestado es contra el mal, o lo que es lo mismo, contra el hombre.