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Dice Sánchez Dragó en este artículo de El Mundo http://www.elmundo.es/opinion/2014/02/23/530a5404e2704e0e218b457e.html que somos el ridículo del mundo porque no trabajamos nada, almorzamos tarde, comemos gambas sin parar y nos vamos a las tantas a dormir.
A mí me parece que esta opinión es un poco delincuente, exagerada y minuciosamente poco científica.
Mi padre nunca ha bajado de 14 horas diarias de trabajar. Jamás ha gastado un duro más del que tenía. Pudiendo haberse comido media pescadería de Rodolfos langostinos decidía cada tres meses irse a Calahorra al Chef Nino a zamparse unas cigalas con su mujer y ponernos en los mejores colegios que a él le parecían para invertir en nuestro futuro.
Ya sé que como mi padre no son todos, pero hay muchos.
Lo que sí abunda en la piel de toro es gente tristona y de mucho cabizbajo, acuciada por el desencanto y con poca imaginación, cenizos al fin y al cabo.
Vamos,
Segundo Villanueva