Hasta inicios del siglo XX no se comía mucha carne, Brasil, Uruguay y Argentina son países cuya cultura gastronómica está basada en la proteína, principalmente vacuno, pero no solo.

Es curioso señalar que en España la carne de vacuno es cara y un solomillo se consume en grandes ocasiones, por ejemplo, en Navidad, sin embargo otros como los embutidos son baratos en cuanto en Brasil valen más que muchas piezas rarísimas europeas.

A veces un kilo de mortadela es más caro que un entrecot y esa disparidad no solo ocurre entre países, existe internamente también.

De cualquier manera, la ventaja comparativa de los países es fundamental a la hora de tomar decisiones.

Existen rumores, la antesala de la noticia, de que algunos países, por ejemplo, Holanda, a mediados de la próxima década va a tasar la carne roja para disminuir su consumo y gravitar hacia alimentos de origen vegetal.

No se sabe muy bien dónde van a colocar esos cultivos, me pregunto yo, pero es un aviso para navegantes, seguramente el Cono Sur Latinoamericano, independientemente de si ha empezado a surgir la polémica del excesivo o no consumo de carne al margen de actitudes individuales como el movimiento vegano, va a sufrir transformaciones en los próximos años y probablemente las churrascarías tal y como las conocemos hoy, templos de exposición proteínica, no aparecerán de la misma forma.

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