Mi hijo me dijo el otro día que no hay sentimiento sin Instagram, y que Instagram hace tiempo que nos quitó el sentimiento.
– Algo difícil de entender, no sé a qué te refieres.
Le pregunté qué quería decir y con toda su mordacidad, una vez confesó que para sufrir menos era necesario tratar a las personas como números, me puso algunos ejemplos.
Cito el más próximo, el de Notre Dame y los mensajes apenados de algunos compañeros suyos que se estaban riendo al tiempo que los enviaban.
– La pena no existe, existe su publicación…
– Nosotros somos fakes para el mundo. – le inquirí
– Sí, somos mentira pura (le gusta imitar al presidente de Costa Rica cuando al tragarse una avispa entera mientras discursaba y viendo la cara de estupor, o de no poder aguantarse la risa de los periodistas, reconoció el bocado afirmando que era proteína pura).
– Haciendo una analogía con el poeta cuando le respondió a la amada al preguntarle qué era poesía, poesía eres tú, podríamos afirmar entonces que en relación a la mentira, mentira somos todos…
– Exacto…