Cuando Brasil decide no ponerse de acuerdo y reñir es peor que España. Siempre fue un país dividido, con muchos prejuicios geográficos internos. Pero ideológicamente todavía no había dado el salto. Hoy ya ha dado un paso adelante, y finalmente ya está partido en dos. Mirándolo bien, es signo de madurez. Mirándolo mal, de aburrimiento.
Sin embargo, antropológicamente, que es lo que nos interesa, ¿Cuándo Brasil dejará de tener empleadas domésticas y guardadores de coches en los aparcamientos?
Segundo Villanueva, desde São Paulo
Al igual que es un signo de madurez política la diversidad de opiniones, la respuesta a la pregunta dependerá de una madurez y desarrollo económico y de eso, lamentablemente está aún muy lejos.