Cada cosa tiene su importancia debida y la importancia debida requiere lugares, tiempos, a veces, también, por qué no, ornamento. Suena The Cure en el café que no pasa nada y parecen frescos como el primer día. Se descuelgan algunos recuerdos que precipitan el corazón pero que se diluyen rápidamente cuando se acaba la música y otra desconocida ocupa su lugar.
Valencia en Brasil
En la CNN confundieron a Valencia con el Oeste y afirmaron que es una región que se encuentra cerca de la frontera con Francia, le preguntaron a la reportera si había algún riesgo de que las lluvias se trasladasen al resto de Europa, en ese momento dio para entender que las muertes cualificadas existen, y también la sospecha de que la cobertura de la mayor catástrofe natural de los últimos 50 años en España, si en Alemania, Inglaterra o Países Bajos, por ejemplo, hubiera sido diferente, mientras tanto, la Globo, dilucidando sobre la dieta de Gisele Bunchen en otra muestra de cómo los medios de comunicación viven en complejas y nada inocentes burbujas de interés, y las retroalimentan, reactivan y gestionan al margen de la vida y los intereses de la población en general. Qué lejos quedan las democracias raíz con los 3 poderes impenetrabales y el cortaluz de todos, el cuarto, los medios de comunicación, como garante de su impoluto comportamiento a través de la transmisión y testimonio objetivo y veraz de lo que hay que legislar, proteger y juzgar.
Pinheiros y su cosa
Pinheiros evoluciona, nada que ver con las casitas de ancianos portugueses de 20 años atrás, hoy se levantan faraónicos edificios sorprendentes llenos de buenas intenciones y una avalancha multicolor de habitantes invade sus bloques dilapidando décadas de historia que de aquí a poco se convertirá en polvo, es decir, ya nadie se acordará de cómo Pinheiros fue. Las generaciones se suceden de manera incruenta, es ley de vida y sus estilos de vida también: la de hoy, más consumista, individual, menos social pero con toda sua apariencia intacta, algo endeble y sensible, consumidora de cafés gurmé y visitadora impenitente de restaurantes delicados algo naifs, amante de los animales y del culto físico. Parece un submundo donde todo funciona bien, un espacio a salvo pero que exhala, si se le apura la nariz, una evidente y perturbadora impresión de artificialidad propia de los lugares donde abundan turistas accidentales en tránsito, esta nueva generación pseudodiletante que no construyó nada y que simplemente ha aterrizado en paracaídas en una zona de cuya crónica (este es un rasgo que observo propio en todo Brasil, dejando de lado la aporía de entender, esquivar y defender el mundo indígena) no quiere saber nada, instalándose rápidamente en el tren de la rápida desmemoria histórica, ignorando el pasado, su tradición y lo que un día en definitiva fue el barrio de Pinheiros.
Macroestado
La autorregulación del mercado quizá sea la manera de centrar en el hombre las decisiones sin concederle la última palabra. Quizá sea la mejor gestión de las cosas, gestionar sin gestionar.
En el Macroestado se encarna la inefable desconfianza del género humano sobre el género humano. El Estado se justifica en las enfermedades (sanidad pública, la crisis de la COVID 19 en 2020 fue su máxima expresión) pero principalmente contra el hampa de la especie, los ladrones, tramposos, estafadores, alcóholicos, imprudentes al volante, imprudentes en la mesa y evasores de impuestos, es decir, en las antípodas del liberalismo, el Macroestado es contra el mal, o lo que es lo mismo, contra el hombre.
Música sacra y libertad
Crear
Crear de la nada, lo más difícil, aspirar a original, aunque un poco, induce al progreso, que es lo que genera el dinamismo del hombre a lo largo de toda su historia, el ser humano rescata a Dios en pequeño, quedan dos misterios adicionales, la infinitud del universo y el origen de la vida, el secreto enclausurado en la junción del óvulo con un espermatozoide.
Calor
Innegociable
En pleno siglo XXI, pensar y decirlo supone un acto de fé.
Exige un ejercicio de sentido común mostrar escepticismo delante de la prensa, políticos, organismos supranacionales, civiles, medicina unilateral y verdades absolutas. El bulo adoptó definitivamente la forma de virus.
Cada uno puede ser su salvaguarda.
El carnaval de São Paulo y su propuesta
Que es el de Pinheiros, donde vivo, se ha convertido en una cloaca a cielo abierto, como en cualquier urbe del siglo XIX donde las urgencias se vertían a la calle con naturalidad porque era lo que había y como no había otra era así que había que hacer. En ese momento el pudor se anula, me atrevo a asegurar sin ningún fundamento sociológico que mear en público (y cagar también) en sus diversas variantes (abiertamente, detrás de un muro humano para evitar miradas indiscretas imposibles, en el recodo de cualquier establecimiento) forma parte de la propuesta. Si São Paulo quiere vender esto para el mundo, lo está consiguiendo, porque ayer cuando uno pensaba que la marea humana ya tocaba a su fin, va y viene otra y aparece otra más allá, nunca vi tanta gente ridícula brotando de la nada, y por ende, nunca tanta exonerándose en mitad de la calle, concluyo que esto, de alguna manera, también forme parte de la graciosa propuesta.
El día de Navidad
El día de Navidad es el mejor del año, tenue y bondadoso como una madre, un oasis de silencio y corazón recogido sin ninguna artimaña humana, momento de constatar que a pesar de todo hay algo que no se puede explicar y que tiende a superarnos reuniéndonos en un prolapso de calma aparentemente infinita. En clave mundana, nos recuerda también que a pesar de nuestras cuentas circunstanciales hay cosas más importantes que superan las tablas de multiplicar.