Soplabas y soplabas. Plena de entusiasmo y fuerza. Tumbada junto a mí en la cama, a poco de dormirme; eras una madre tan dulce que ni la más ingenua de las niñas te hubiera creído en tu papel de lobo malvado y feroz. Soplabas y soplabas… Y las hojas del cuento se movían amenazantes, como …