A mi, la tortilla española, me gusta hacerla a lo grande.
Para cuatro, que somos tres.
Cubro el fondo de la sartén con medio dedo de aceite de oliva.
Extra y virgen. Sin racanerías.
Que se note que de esto en España sobra.
De lo demás, no.
Pongo el fuego. Vivo.
Y lleno esa sartén hasta arriba de patata cortada.
Que luego se quedan en nada.
Fina y desigual. Patata de la nueva, de la buena.
Pero no te vuelvas loco…
Que si de aquí o de allá, que si de freír o de cocer, que si de la variedad tal o cual…
Una patata es una patata. Aquí, y en Brasil.
Pico media cebolla dulce y medio pimiento verde. Esto es cosa mía.
Tú ponle las cosas tuyas.
Sin preocupación.
La tortilla española es la de patata y las patatas son de América.
Si eso no le impide ser española, nada que lo pongas tú le hará perder identidad
Eso sí, lo que salga, bajo tu responsabilidad
Bueno. A lo que iba.
Una vez dentro mezclo esos ingredientes con mimo y añado la sal.
Y por fin, lo mejor. Esperar.
Es la parte más gratificante de la receta.
Te sientas en posición de vigía.
Te regalas una copa de buen vino, unas aceitunitas…
Y lo dicho, a esperar.
De normal, con una copa bastará.
Aunque yo suelo tomar dos.
Paciencia no me falta.
Y me gusta que la mezcla se fría bien.
Y me gusta el vino. Y las aceitunas.
Buen español que soy.
Atentos ahora que se nos va.
Casca diez huevos en un cuenco y bátelos.
Pero no te pases de vueltas.
Deja la sartén donde está y con ayuda de una cuchara retira la mayor parte del aceite.
Y ahora sí, por fin, llegamos al cénit de esta creación.
Aúpa el culo de vino que siempre queda en la copa.
Toma aire y expira. Hace falta paz.
Vierte los huevos batidos y ayúdate de la cuchara y de tu gracia para que aquello case bien
Deja pasar un minuto. Que no se pase de hecha.
Pon la tapa sobre la sartén y dale la vuelta sin miedo.
Te aseguro una cosa.
Si eres capaz de colocar de nuevo esa tortilla sobre la sartén ya nada podrá contigo.
A partir de ahí cuestión de un minuto más.
Ponla en un plato.
Y llama a los otros dos.
Así te sabrá mejor.
Hecha.
Eso de la copa de vino y las aceitunas o los berberechos o los mejillones en escabeche es muy de ser español . Sí señor.
Yo a la tradicional no le pongo pimientos.
La otra diferencia entre la tuya y la mía está en la forma de hacerla. Todo igual salvo que vierto las patatas en el cuenco donde tengo los huevos batidos.
Lo mezclo bien y, a la sartén.
Un día tenemos que juntarnos y probar yo la tuya y tú la mía.
Claro que, con todo el ritual previo de la copa de vino y los acompañamientos, será una cita muy, muy española.
Hasta pronto.