Hay cosas que no se puede, una de ellas es beber cerveza andando por la calle. Otra, la comida por kilo y su aterrador ensamblaje de alimentos. Otra, la pizza brasileña de 4 quesos. Otra, el payaso de McDonalds. Otra, los anuncios de Sankia que salen en los partidos de tenis. Otra, los descendientes de italianos o portugueses cuestionando la amargura ideal de las aceitunas Azapa en el Mambo de la Vila Madalena los domingos por la mañana para después de probarlas, no comprarlas por algo.

La última, comer o beber de poliestireno, lo cual es un síntoma ineludible de la capitulación de Occidente al mal gusto y peor estética.

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