La abuela les tenía tanto aprecio a las cerezas, que le impedía pagarlas, por eso cada vez que salía del supermercado se metía, disimuladamente, un paquete al bolsillo de su amplio vestido con la seguridad de que nadie sospecharía que alguien como ella pudiera cometer semejante acto ilícito. Para los de su edad, una chiquillada, para los que no, una enfermedad, como el Alzheimer o el transcurso del tiempo en forma de senectud.

-Señora, que además de las peras, la mozzarela y el zumo de naranja tiene que pagar las cerezas, no se olvide de nuevo.

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