Comerse unos buenos garbanzos de toda la vida, con poca carne y lo justo de chorizo o longaniza, algo de bacón, determinadas verduras, las que haya, no hace falta buscarlas y ciertas especias al color, para quizá, quién sabe, suplementar el riquísimo desconcierto en el paladar que produce el picorcillo general de un buen pimentón de siempre, significa alcanzar la gloria.
O quedarse bien cerca, al lado, puestos a decir.
Pues sí, la gloria o casi al lado como tú dices.
Yo los prefiero con panceta o tocino fresco en lugar de bacón (este me remite a sabores más extranjeros).
Un día podríamos hablar de los diferentes guisos regionales de garbanzos.
Jordi, si te parece, podemos publicarlos como una serie.
¿Te animas?
Animado estoy. Voy a recopilarlos.
Vale, cuando los tengas, avísame por favor para organizarlo, te parece..