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España acaba de estrenar el otoño. Inicio del curso escolar, tardes tibias, leves vientos, hojas cayendo de los árboles. Marrones y anaranjados, los colores diseñan y pintan el paisaje. Y los días se van acortando. Pronto empezará la vendimia de las uvas y el atrope de las patatas. El campo recoge sus productos otoñales.
Antes (o al mismo tiempo) de agrícola e industrial el ser humano era recolector. En estos meses otoñales muchos salen al campo o a los bosques para buscar níscalos u otro tipo de setas y sin quererlo aflora el ser recolector que todos llevamos dentro. Casi siempre que vamos al campo, montaña o bosque traemos como recuerdo algo recolectado: una piedrecita, una flor, unas setas, unos frutos silvestres, unas hierbas para hacer una infusión natural, un palo en forma de bastón…o simplemente el bello y manso recuerdo en nuestro cerebro de la naturaleza agreste y al mismo tiempo mansa.
El níscalo o mízcalo tiene como nombre científico Lactarius deliciosus. Es un hongo comestible. Muy común en España. Es de color anaranjado. Crece entre pinares y es muy apreciado en gastronomía.
Se puede comer asado, guisado, como complemento de los guisos de carne , en tortilla o con huevos revueltos.
La actividad de buscar y recolectar níscalos y todo tipo de setas está bastante difundido en todo el interior de España en estos meses de otoño: septiembre, octubre y noviembre. Los lugares dónde hay posibilidad de encontrar estos hongos es secreto, casi secreto de Estado.
Debo reconocer que como decía una amiga mía”Jordi es un hombre de asfalto” y por lo tanto poco o nada me traigo del campo porque no voy, pero sí que me encanta comer un buen revoltillo de níscalos con huevos de granja. ¡Un placer para el paladar!
Hola Jordi.
Sí.Huevos en tortilla y setas.Una buena pareja!