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Morte e vida Severina (poema recitado por el propio João Cabral de Melo Neto)
POR DANIEL IFANGER
Tecendo manhã
Um galo sozinho não tece uma manhã:
ele precisará sempre de outros galos.
De um que apanhe esse grito que ele
e o lance a outro; de um outro galo
que apanhe o grito que um galo antes
e o lance a outro; e de outros galos
que com muitos outros galos se cruzem
os fios de sol de seus gritos de galo,
para que a manhã, desde uma teia tênue,
se vá tecendo, entre todos os galos.
E se encorpando em tela, entre todos,
se erguendo tenda, onde entrem todos,
se entretendendo para todos, no toldo
(a manhã) que plana livre de armação.
A manhã, toldo de um tecido tão aéreo
que, tecido, se eleva por si: luz balão.
Los mejores libros que uno pueda poseer son aquellos cuyas manos siempre lo manejan. Como el libro sagrado, hay que leerlo siempre, habitar sus páginas. Es que solemos comprarlos y aderezar a nuestros anaqueles con los más variados títulos, pero los buenos libros son aquellos que nos incitan siempre: antes de acostarse, después del almuerzo, hasta el sábado por la noche, tenemos que buscar las palabras de esos escritos, vivirlas, penetrarlas.
Este sentimiento se me ocurrió cuando compré las Obras Completas de João Cabral de Melo Neto. Ya leí casi todo, y sigo leyendo. Es casi imposible parar, volver, leer un poema tres, cuatro veces. Es imposible leer todo, porque hay que leer siempre.
A los brasileños y a muchos extranjeros les encanta Morte e vida Severina. Seguramente un clásico, algo imponente. Pero, fue importante en mi lectura descubrir que João Cabral es todavía más grande que este lindo poema por el cual tuvo éxito.
El libro que a mí me gusta más es A educação pela pedra. Casi todas las poesías de este libro son increíbles, porque no hay mejor adjetivo. Y, seguramente, representan mucho del trabajo de ingeniero del autor.
Uno de ellos se llama Tecendo a manhã (Tejiendo la mañana). Es tan sencillo como profundo. En él, Cabral escribe sobre el canto de los gallos, con los cuales tejen la mañana y crean el día. Como un tejido o una tela que se crea por los gritos, los verdaderos hilos del amanecer. Un gallo grita al otro, tirando su hilo del día al compañero cantante, que anuncia el día y lo crea al mismo tiempo. Así hacen los gallos por la mañana: la tejen juntos.
Además de bonitas imágenes, esas de los gallos tejiendo la mañana con su canto hacia el otro gallo, y la mañana surgiendo desde este tejido de cantos de los gallos de uno a otro, el poema tiene una construcción severa de palabras lado a lado que se convierten en el proprio canto del gallo:
“De um que apanhe esse grito que ele
e o lance a outro; de um outro galo
que apanhe o grito que um galo antes
e o lance a outro; e de outros galos “
La palabra final de todos los versos invoca la próxima, como a los gallos cantando a otro gallo. En el primer verso, “De um que apanhe esse grito que ele” termina con el pronombre “ele”, que aquí necesita continuidad. Y el tercer verso, “que apanhe o grito que um galo antes” también termina con una palabra que suspende el sentido de la frase (“antes”). Faltan a los versos algo que los cierra, que los termina: es una quiebra, una pausa. Cuando se dice el poema oralmente, suena raro: no hay continuidad racional, cognitiva, sino poética. Así, el poeta tira sus palabras en el papel como el gallo tirando su canto al otro gallo. La forma del poema, las palabras, siguen el contenido, la esencia de la idea del poeta.
También, en la segunda estrofa Cabral canta su escrita por la sutura de algunas sílabas, como la sutura de los hilos de la tela:
“E se encorpando em tela, entre todos,
se erguendo tenda, onde entrem todos,
se entretendendo para todos, no toldo
(a manhã) que plana livre de armação.
A manhã, toldo de um tecido tão aéreo
que, tecido, se eleva por si: luz balão”
Se puede reparar en la constancia de la letra “t”(todos, tela, toldo, tecido, entrem) y la combinación “ent”(entre, entrem, entretendendo), creando la melodía de todos los gallos que cantan. Esa estrofa es todavía más formal que la anterior, porque cada verso describe el crecimiento de la tela hecha por los cantos. Primero, el verbo “encorpar”; después, “erguer”; entonces, “entretendendo”, verbo inexistente, pero un neologismo que significa crecer como una tela gigante, para todos los lados, como una tienda de campaña. La mañana, entonces, planea libre de armazón después de los cantos tirados de los gallos.
En este poema estupendo Cabral nos muestra que el oficio de un poeta es algo no solo intuitivo, sino también rigoroso, racional, como un ingeniero construyendo un puente. Su principal herramienta son las palabras, su trabajo el juego que las dispone juntas. No hay accidente, ocaso en la poesía de Cabral – tal vez de ningún poeta. Hay mucho sudor, poquísima inspiración. Utilizando la experiencia de la vida, la mirada del artista, Cabral construye las relaciones entre palabras más raras que uno pueda imaginar. Eso define toda su poesía.
Daniel Ifanger es alumno de España aquí (B1)