Las grandes ciudades están llenas de No Lugares, aquellos paréntesis donde las personas confluyen, pero no sienten, no ven, no oyen, el cuerpo es un extraño, una materia que de manera mecánica e inconsciente se repele. Los autobuses, el metro, la calle y hasta ciertos parques forman parte de esta oferta disolutiva.
La Ventana de Overton que apunta a España, la sombra de la caverna de Platón ofrecida por los medios de comunicación actual refleja que solo existen dos ciudades, Madrid y Barcelona, maravillosas las dos, pero llenas agujeros negros en este sentido. Para lograr una reconciliación consigo mismo, lugares como Pamplona recuerdan que una ciudad no es una película a la carta con guion premeditado, sino un acto, esencialmente, sensible.