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Cuando en el año de 1947, el poeta nacido en Pernambuco fue designado para ocupar el cargo de vicecónsul en Barcelona, no sabía que descubrir España como paisaje, como cultura, como clima, como música influenciaría su obra en forma rotunda.
La aridez de su terruño, la vivió en otro lugar y la reconoció. Y ya en 1955 entre los 18 poemas publicados en su libro Paisajes con Figuras hay uno en el cual establece un primer diálogo entre España y el nordeste brasileño.
La península ibérica también le hizo hacer las paces con la música. Quien siempre había rechazado como él cualquier tipo de manifestación musical por considerarla alienante, se vio sobrepasado al tomar contacto con el cante gitano.
Cuando Cabral describe el cante a palo seco, “…ese cante sin guitarra, el más solitario, el grito extremo, un canto en el desierto, que no se adorna, que el sol subyuga que es más alto que el silencio…”, nos habla de su propia poesía.
Otra manifestación llamó su atención y la tauromaquia entró en su vida completando este círculo de descubiertas.
La relación que se establece entre el torero y el toro la comparó con la del poeta y la palabra, las corridas lo atrajeron al punto de profundizar tanto el conocimiento sobre el tema como el usarlo como temática poética. En “Poemas Sevillanos”, publicado en 1992, la poesía ‘Toro andaluz” lo dedica a ‘matadores’ famosos. Y en el primer poema del libro, Cabral analiza las diferentes formas de torear de los más renombrados de la época concluyendo que el mejor de ellos, era Manolete, apodado por los españoles como “El Monstro” por la forma seca, con que enfrentaba el toro.
Cuando nos dice :
…actitud tensa y peligrosa
mantiene el poeta con la
furia de la palabra
…cómo domar la explosión
con mano serena y contenida
sin dejar que se derrame.
Las comparaciones que estableció entre el Nordeste brasileño y España reaparecen en Las carreteras del Agreste y las de La Mancha, así como en El automovilista infundioso y en Pernambuco en Málaga, donde Cabral opone el aspecto dócil y doméstico de la caña de Málaga al carácter más indisciplinado de la caña nordestina. En “Lluvias” compara el mismo fenómeno climático en tres lugares distintos: el Agreste, Sevilla y Galicia;
Mas la lluvia, en Galicia,
tanta es que se descuida:
cae de todos los lados,
incluso desde abajo.
La figura femenina solo irrumpe en su obra después de su estadía en la península. El poeta celebra las varias facetas de la mujer bailaora, que aparece en su poema Estudios para una bailaora andaluza cuando relaciona esta mujer al fuego, a una estatua ardiente, a una amazona dejándola al descubierto, aunque al final de la danza nos diga:
“…aunque persista el vestido,
la imagen que guardará
nuestra memoria en su vista
es desnuda y espigada,
esbelta, arrogante: espiga.”
La sofisticada poesía de Cabral empieza a establecer paralelos: Sevilla y Pernambuco; la sequía de las regiones nordestinas con la también calurosa y exótica región árabe de Andalucía. A la Sevilla, mujer, maternal, acogedora se le opone el Agreste del Nordeste brasileño, masculino, seco, agresivamente luminoso.
Siendo la poesía de Cabral considerada intelectualizada, resulta difícil su comprensión para el lector promedio. Pero su poema dramático Muerte y Vida Severina de 1953 y publicado en 1955, que cuenta la trayectoria del retirante que huye de la sequía rumbo al litoral, y que encuentra la muerte en el camino, lo colocará definitivamente en los brazos del gran público.
En 1965, la obra, fue puesta en escena en el Teatro TUCA de São Paulo, con una adaptación del escritor Roberto Freire, con la musicalización de Chico Buarque de Holanda y la actuación de Paulo Autran convirtiéndose en un hito del teatro brasileño contemporáneo.
El éxito de esta puesta tornó Muerte y Vida Severina uno de sus trabajos más leídos, estudiados y representados así como se convirtió en símbolo de los permanentes desheredados de la tierra.
Silvia Cevasco es profesora de España aquí – Escola de espanhol em São Paulo – Tel. (11) 3083.3334 info@espanaaqui.com.br