Goya fue un periodista pintante, su España no le gustaba y la trazó de negro con rayas que cualquier aprendiz de arquitectura debería estudiar para entender que la vida es una línea de compromiso y esta se puede manifestar en forma de grabados.

Hoy vivimos un mundo educado en la insensatez, donde la palabrería de moda es una orden, buscarle la vuelta un escarnio, y el insulto lo más acudido en las redes sociales, hay miedo a decir lo que se piensa, como toda la vida, pero en el XXI.

Si alguien dice, muchos lo piensan, pero no se atreven, que lo del feminismo no le convence, un potencial violador encurtido; si lo del ecologismo, pues a lo mejor inventan exterminaciones de chimpancés en Sumatra; cuestionar la palabra mayor suscita repulsa, merece la pena acudir al carromato de los conciertos ideológicos para darle sentido a la dura tarea de levantarse por la mañana para contrarrestar lo pesado que se hace vivir.

Goya y sus grabados, un soplo de libertad en el siglo XIX de alguien que pintaba lo que pensaba.

Publicado por Segundo Villanueva

Escuela para la enseñanza del Español como Lengua Extranjera en Brasil

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