Decía el filósofo arrebatándole la frase a la Biblia que cuidado con el virtuoso.
¿Es posible juzgar el pasado desde hoy? ¿Y desde aquí?
Existe una visión centrípeta y ensimismada para negar la historia, sospecho que es por pereza, y a la que algunos denominamos tradición.
Establecer una tabla rasa con el pasado implica excesos, y a veces ridículos, y pueden generar anomalías múltiples como la revisión ideológica del lenguaje con su consecuente manipulación y magia, la censura del arte, o la problematización o letargo nominal de la realidad.
¿Cuáles son los verdaderos intereses del hombre?
¿Al final, quiénes van a mojarse el culo?
Los juicios anacrónicos y dislocados plantean al superhombre ubícuo, como múltiples mesías, su trampa está muy clara porque el hombre es de donde está, primero, y en segundo lugar, la vigencia de los valores se limita a un espacio temporal, que al igual que cambió, cambiará, este debe ser el momento de recomposición o inflexión mesiánica, como la historia juzgada por los virtuosos contemporáneos.
Cualquier juicio requiere ante todo imparcialidad y el de la historia, además, tiempo, mucho tiempo, distancia.
La tabla rasa desde luego no es una acción válida para ningún juicio.
Esa es la cuestión: el tiempo, el espacio temporal, los cambios evolutivos…
¡Cuidado con los virtuosos!
Ni religiosos ni políticos…