[youtube]http://www.youtube.com/watch?v=_crgKbj9yu4[/youtube]Quien se acerque a la obra del poeta , crítico y ensayista francés del siglo XIX, Charles Baudelaire () encontrará un palabra que para él podía definir la vida urbana de , en aquel entonces “Hombre moderno”. Se trata del término “flanêur” que viene a significar, sin salirme mucho de lo que se escapa en las traducciones, del “deambular” en español.
Pienso en ello ahora que escribo estas líneas cerca de mi balcón desde donde puedo escuchar el vientre de São Paulo, el ruido de los motores del coche, el lento arranque ensordecedor de los autobuses, los sonidos de los vendedores ambulantes, los chillidos de los niños que juegan en el patio de la escuela vecina.
Hay ciudades para todo, y sin duda esta enorme metrópoli acogedora y secreta a la vez, tiene muchas cualidades, pero no puedo evitar echar de menos aquí una de las cosas que más le gusta hacer a un español: pasear, recorrer las calles sin rumbo fijo, transitar por sus avenidas, ver los escaparates, pararse ante un mimo o un músico callejero.
Y es que el español ( y el argentino, si no me equivoco) es un animal callejero. Irse al bar de la esquina, o acudir a ese café del centro para tomarse un café mientras lee el periódico considero que es patrimonio de nuestra identidad, parte de nuestra idiosincrasia. Ver y dejarse ver, herederos de otros tiempos de traje y misa de domingo de pueblo de nuestros antepasados, conversar con éste o con aquel conocido que te tropiezas en el camino.
Lo echo de menos pero no es nostalgia. La calidez del brasileiro hace que te olvides de las incomodidades de esta megalópolis y te sumerjas en una vorágine de humanidad y simpatía que pocos pueblos poseen.
Eso lo vivo cada día en mis clases, con mis alumnos, los cuales, aún llenos de responsabilidades pactan con España Aquí una hora y quince minutos no solo para aprender español, sino para enseñar convivencia , simpatía, alegría de vivir, con lo cual estén seguros que nosotros, los “gringos” agradecemos cada día.
Puede que los “ modernos” parisinos finiseculares de Baudelaire , tan representados por los impresionistas paseando con sus paraguas por los enormes y espaciosos bulevares, con aquellos magníficos monumentos y jardines, ni los españoles domingueros yendo al rastro o tomando ese café con churros matutino en el casco histórico se sintieran espantados por el supuesto caos paulistano, pero la verdad, creo firmemente que aquí en São Paulo encontrarían algo que tal vez nunca hallaron en sus solitarios largos paseos: a ellos mismos.
Carlos Rojas / España aquí – Escola de espanhol em São Paulo – Curso de espanhol: “Cultura de España para que españoles y brasileños se entiendan” Tel. (11) 3083.3334. info@espanaaqui.com.br
Carlos, sí, São Paulo no es una ciudad “transitable” desde el punto de vista europeo, como la entendemos. Pero adquiere un tono “infantil” y próximo el fin de semana. En ese momento, parece como que el león semanal se convierte en gatito findero. Es ahí donde aparece su gran virtualidad como espacio social. Saludos.
Carlos, felicidades por el artículo. Yo soy del interior de Sao Paulo y pude comprobar el hecho de que en esta ciudad es fácil a veces sentirse agobiado pero, a pesar de esto, São Paulo es una ciudad muy acogedora.
Saludos. abrazos
Carlos, le dijo que cuando era mas tica, en mis vocaciones, yo citava a mi vuela en una pequeña ciudad de Minas Gerais, donde una sensacion de libertad contagiaváme. Me echo de menos los momentos en que mis primos y yo jugavamos hasta de noche en las calles, sin ningun peligro. En Sao Paulo, a pesar de no se desfrutar de tanta libertad y seguridad, se puede , como bien lo describió, convivir con personas muy acogedoras.