Leer
La oralidad parece precipitada para la generación Gutenberg (que aprendió con libros, todavía lo intenta), adquirir conocimiento era un abrazo temporal, hasta subvertir plazos, hoy ya no, parece.
Se supone difícil seguir a un youtuber, cortando vacíos elimina las pausas propias de la reflexión a partir de la no intromisión de ideas ajenas que modelen las previas para conformar síntesis. Precipita las informaciones, en un horroris vacuum de la palabra, se supone, para impedir la posible desconexión, la volatibilidad del oyente, magnetizar prevalece a construir algo mejor, un mundo entre todos, quizá, la declamación frente al ágora.
Muchas ideas, una avalancha de frases sin pausa, sin aliento, un bombardeo unilateral próximo, quién sabe, a un lavado cerebral, ciertamente maniqueo y probablemente autoritario, la arenga se superpone al diálogo, la consigna, al debate, los pequeños y modernos líderes, cuántos, a las viejas plazas públicas.