Revista Vamos Contigo 220 - Expresión escrita y comprensión lectora - España. Costumbres, Cultura
Segundo Villanueva / São Paulo, 15 de Junho de 2019
Leer
Conforme íbamos creciendo, y nuestros ojos, nuestra mente y nuestro espíritu se fortalecían, empezaba a surgir primero como una lombriz fina, luego como un dato más de nuestras vidas, el Equipo.
El Equipo estaba ahí, era eso, sin más. El Equipo estaba puesto delante. Uno lo cogía sin pensárselo mucho y lo hacía suyo. Ya se sabe que las cosas sin pensar son las más difíciles de quitar, y el Equipo, después de un poco más de tiempo, era para toda la vida. Qué difícil cambiarlo.
Una vez elegido allá por los diez o doce años se mantenía para siempre. El Equipo era un crecimiento como otro cualquiera, y después, un aderezo natural del cuerpo.
Al principio, era un rasgo de madurez primaria como la voz grave, los pelos pubianos o los deseos. Su silueta se nos acercaba muy despacio, como una idea, y después nos tragaba como un remolino sin piedad en forma de cabezonería.
Se podría comparar a una cabeza llena de raíces antiguas, un árbol genealógico progresivo, o una manía irreducible, como la de no cambiar nunca la manera de ver las cosas, que es propia de los hombres solos o los incapaces.
De pequeños nos entraban las ganas de mear cuando pensábamos en el Equipo. A mi amigo se le puso cara de Equipo ya desde pequeño, y bebió, comió y sobre todo habló Equipo durante toda su vida hasta que se casó y tuvo dos hijos. En lugar de leer los libros de Senda, se pegaba toda la clase haciendo partidos del Athletic de Bilbao
- Noriega pasa a Alexanco
- Alexanco a Gabari
- Gabari a Rípodas
- Rípodas a Rojo
- Rojo a Tirapu
- Chuta Tirapuuuuuuuuuuuuuu
- Y Goooooooooooooolllllllllllllll
- Gooooooooooollll del Athletic, por la escuadra…
Siempre ganaba el Athletic de Bilbao. Era superior a sus fuerzas, y no le salía otra cosa. Hasta que el cura le cruzó la cara un día y lo tiró con el pupitre al suelo. Le soltó un sopla mocos sin previo aviso, con la mano del revés y sin mediar palabra, y cayó como un árbol herido tras el último y mortal hachazo.
De pequeños nos entraban las ganas de mear cuando pensábamos en el Equipo. A mi amigo se le puso cara de Equipo ya desde pequeño, y bebió, comió y sobre todo habló Equipo durante toda su vida hasta que se casó y tuvo dos hijos. En lugar de leer los libros de Senda, se pegaba toda la clase haciendo partidos del Athletic de Bilbao
- Noriega pasa a Alexanco
- Alexanco a Gabari
- Gabari a Rípodas
- Rípodas a Rojo
- Rojo a Tirapu
- Chuta Tirapuuuuuuuuuuuuuu
- Y Goooooooooooooolllllllllllllll
- Gooooooooooollll del Athletic, por la escuadra…
Siempre ganaba el Athletic de Bilbao. Era superior a sus fuerzas, y no le salía otra cosa. Hasta que el cura le cruzó la cara un día y lo tiró con el pupitre al suelo. Le soltó un sopla mocos sin previo aviso, con la mano del revés y sin mediar palabra, y cayó como un árbol herido tras el último y mortal hachazo.
José María recogió los bártulos y se volvió al sitio y después hizo como que atendía. En aquellos tiempos era así. Uno tenía que volver al sitio a todo meter, hacer como que no hubiera pasado nada,
- Qué leche le metió
- Eran otros tiempos
- José María se volvió al pupitre como un rayo
- Pobre
- Bueno, ya pasó
- Y el cura era bueno, le dio un pronto, don Pedro
- Debía tener mal día, o algo así
- No sé, quizá sí, a lo mejor estaba un poco amargado, y no sabíamos…
- Igual, pero era un cura bueno
Una vez me di cuenta de que se estaba tejiendo un hecho histórico.
- Si ganan suben
Y me entró hambre. Me acuerdo que me comí tres cornetes de vainilla con cucurucho de chocolate en la plaza, seguidos, y bajo un sol de justicia, mientras sostenía la radio AIWA que mi tío Josemi me había traído de Melilla de cuando la mili.
- Qué leche le metió
- Eran otros tiempos
- José María se volvió al pupitre como un rayo
- Pobre
- Bueno, ya pasó
- Y el cura era bueno, le dio un pronto, don Pedro
- Debía tener mal día, o algo así
- No sé, quizá sí, a lo mejor estaba un poco amargado, y no sabíamos…
- Igual, pero era un cura bueno
Una vez me di cuenta de que se estaba tejiendo un hecho histórico.
- Si ganan suben
Y me entró hambre. Me acuerdo que me comí tres cornetes de vainilla con cucurucho de chocolate en la plaza, seguidos, y bajo un sol de justicia, mientras sostenía la radio AIWA que mi tío Josemi me había traído de Melilla de cuando la mili.
La voz del narrador Pepe Trujillo era clara y profunda y ayudaba a estimularme el apetito. Los goles caían como almendrucos, y el cornete me sabía rico, rico. Dijeron que volvían después de 20 años, pero como yo no tenía una conciencia temporal muy extendida me pareció que yo ya había nacido en Primera División.
Al año siguiente mi padre me regaló un carnet de socio del Equipo y entonces aprendí muchas cosas, sobre todo a escuchar el sonido seco, compacto y preciso de las botas contra el cuero y a sentir el olor y humedad del campo peludo y fragante.
Crecí con esta adscripción, quizá con muchas más, de distinto signo pero igual fundamento.
De todas ellas, artificiales, propuestas por el lugar donde uno nace, o por los hombres, de todas ellas, esta, por la incógnita del significado de su resolución final, por la su realidad banal de autoafirmación, es la única que, hoy, después de un buen puñado de años, todavía continúa dándome ganas de mear.
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