Revista Vamos Contigo 211 - Expresión escrita y comprensión lectora - España. Costumbres, Cultura
Segundo Villanueva / São Paulo, 15 de Junho de 2017
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Siempre tuve la ilusión de como los toreros que se cortan la coleta después de la primera corrida y cumplen su sueño, que mi equipo del corazón, Osasuna, me hubiera dejado un día jugar un partido de delantero centro, lo habríamos apañado de alguna manera, seguro que hubiera metido un gol de cabeza, el de la victoria, hubiera puesto El Sadar patas arriba, por supuesto, y después, 10 minutos antes de acabar el encuentro, en el camino de la sustitución me hubiera despedido del estadio agradeciendo, feliz, saludando a los graderíos mientras me ovacionaban como un héroe, orgulloso y consciente de que, protagonista, sería asunto principal de algo que les daría mucha conversación y alegría por lo menos hasta el martes o miércoles de la semana siguiente…
Tantas veces al estadio, lleno de humo, olor a pacharán, auténtico calderón de exabruptos y de calor...
Desde la distancia, tanto mar, tantos kilómetros, ver a mi equipo del corazón supone rescatar un deseo íntimo que solo ahora puedo confesar.
La vida está hecha de verdades y de teatros, al final todo es lo mismo, un escenario, imágenes, y cuando se van, lo que queda es como mucho lo que en algún momento tocamos o sentimos, que no dejan de ser sensaciones que permanecen en el cerebro, como las ideas recogidas en los libros o las cosas dichas por los otros, es decir, conceptos, recuerdos, memorias, nada más, como cuando vemos una película.
Cuando echamos la vista atrás...
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