El pozo / Los adioses
Onetti, Juan Carlos
Hijo de Carlos Onetti y Honoria Borges, nació en Montevideo, 1 de julio de 1909, a las seis de la mañana. Tuvo dos hermanos, uno mayor que él, Raúl, y una hermana menor, Raquel. En 1930 se casó con su prima, María Amalia Onetti. En marzo del mismo año la pareja viajó a Buenos Aires, su nueva residencia. El 16 de junio de 1931 nació su primer hijo: Jorge Onetti Borges, también escritor, fallecido en 1998. En 1933 se separa de su mujer y un año más tarde, de regreso en Montevideo, vuelve a contraer matrimonio, ahora con la hermana de María Amalia, María Julia Onetti. En 1939 es nombrado secretario de redacción del semanario Marcha. Por entonces tiene interés por las artes plásticas, como se refleja en su correspondencia con su amigo Julio E. Payró y su relación estrecha con Joaquín Torres García. Desempeña este cargo hasta 1941, cuando comienza a trabajar en la agencia de noticias Reuters. Ese mismo año, conservando el empleo en Reuters, viaja nuevamente a Buenos Aires, donde permanecerá hasta 1955. Trabaja como secretario de redacción de las revistas Vea y Lea e Ímpetu. En 1945 se casa con una compañera de trabajo en Reuters, la neerlandesa Elizabeth María Pekelharing. El 26 de julio de 1949 nació su hija Isabel María (Litti). A fines de 1955 regresó a Montevideo y comenzó a trabajar en el diario Acción; contrajo matrimonio por cuarta vez, con la joven argentina de ascendencia alemana Dorothea Muhr (Dolly). Fue encarcelado en 1974, durante la dictadura de Juan María Bordaberry, por haber sido miembro de un jurado de cuentos, y estuvo internado en un psiquiátrico. El poeta español Félix Grande, entonces director de Cuadernos Hispanoamericanos, recogió firmas para lograr la liberación de Onetti. Al año siguiente viajó a España con su esposa, invitado por el Instituto de Cultura Hispánica de Madrid, ciudad en la que finalmente fija su residencia hasta su muerte. La situación le permitirá seguir escribiendo tres novelas más (Dejemos hablar al viento, Cuando entonces y Cuando ya no importe) y numerosos artículos. La preocupación por el exilio latinoamericano de entonces está muy presente en los artículos que escribe en España, donde él fue bien recibido. Cuando en 1985 la democracia regresa a Uruguay, el presidente electo, Julio María Sanguinetti, lo invita a la ceremonia de instalación del nuevo Gobierno; el escritor agradece la invitación pero decide permanecer en Madrid. No deseo volver a ese país donde manda el General Medina, decía Onetti refiriéndose al ministro de defensa nombrado por Sanguinetti durante su primer mandato. Esa postura política le valió el casi olvido de las autoridades uruguayas hasta el día de su muerte. El General Medina venía siendo acusado, por distintas organizaciones de Derechos Humanos, como autor intelectual de crímenes de Lesa Humanidad. Onetti muere el 30 de mayo de 1994, en una clínica de la capital española, ciudad en la que vivió 19 años, de los cuales pasó enclaustrado los últimos cinco años, sin salir prácticamente de su cama.
Sinopse
El pozo: Contundente. Descarnado. Lúcido y monumental. Denota temperamento, genio y pasión y con esos ingredientes este escritor ha sido uno de los mas grandes de américa. El mérito de ésta, su primera obra, es haber prefigurado el universo de su prosa concisa y sin concesiones, desgarradora a veces o escéptica si se quiere. Fué y seguirá siendo un maestro de la novela corta. Es para mi gusto, la mejor novela corta del siglo XX. Los adioses: Está en el primer volumen de las obras completas de Juan Carlos Onetti que ha editado Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores y es una novela breve. Cuentan que para el autor era, de todos los que escribió, su libro preferido. A una localidad de la sierra llega un hombre para intentar curarse de una enfermedad pulmonar, y se instala allí una temporada. El narrador de Los adioses tiene en aquel lugar un comercio donde sirve bebidas y algo para picar, donde vende las cuatro cosas indispensables que hacen falta en cualquier casa y, además, reparte el correo. Quisiera no haber visto del hombre, la primera vez que entró en el almacén, nada más que las manos; lentas, intimidadas y torpes, moviéndose sin fe, largas y todavía sin tostar, disculpándose por su actuación desinteresada. Así empieza la historia. Enseguida, el narrador cuenta que ha calado a aquel tipo y que le ha bastado verlo un rato y cruzar unas cuantas palabras para saber que no iba a curarse, que no conocía nada de donde sacar voluntad para curarse. Así que Onetti, desde el primer momento, nos pone en esa tesitura: hay alguien que se va a morir y hay otro que nos lo va a ir contando. El primer dato son las cartas. Al hombre enfermo de la sierra le llegan en dos tipos de sobres. En unos, los datos están escritos a máquina; en los otros, con tinta azul. Acude puntual a recogerlos, y es cuando se deja ver, aunque no es fácil adivinar lo que le pasa. El dueño de la tienda, del almacén, lo observa, hace hipótesis, y avanza sus consideraciones sobre la vida y el mundo con un tono sombrío y desesperanzado. En las obras de Onetti el fracaso se instala desde la primera letra, y poco a poco lo va anegando todo. Es el dato indispensable para tratar de los hombres y las mujeres. Y es como si, sobre las cosas, fuera echando paletadas de tristeza y dolor, de tedio y aburrimiento, de desgana y hastío. No hay perspectivas, y la monotonía impone su sello inconfundible a la marcha de las horas y los días. Lo que importa es que, en esas circunstancias, sus criaturas se empeñen en conservar la dignidad. Sin heroísmo alguno. Casi como una condena.
Ficha Técnica
ISBN | Idioma | Enqadernação | Edição | No. de Págs |
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9789875780637 | Espanhol | Brochura | 2007 | 126 |