Cuando en el siglo XV la Celestina de Fernando de Rojas intercedió entre Calisto y Melibea para consolidar su amor, el evento se convirtió además de en una gran obra de literatura española en un jugoso negocio (interceder en amores era ya tenido como una gran profesión). Pero la Celestina no sabía que en ese momento estaba colocando la primera piedra del Tinder del siglo XXI. Tanto una como otro, (Celestina y Tinder) corren, ven, dicen (en aquella época el oficio de Correveidiles era una ocupación reservada al mundo femenino) y relacionan, es decir, promueven citas, la primera de manera analógica y algorítmica la segunda, ambos sobre un asunto peliagudo, irrenunciable y probablemente el más universal de todos, el amor.
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