Aprender español se asemeja a una carrera, lejos de una disciplina teórica, se identifica con el acto, y menos o casi nada con el sistema abstracto, que es como se enseñaban las LEs hasta hace 5 años. Las palabras no son biunívocas, si no, sería imposible la existencia de Borges o Vargas Llosa, Camilo José Cela o Carlos Fuentes. Las palabras tienen preferencias, por eso el acto de la lengua es un ejercicio libre de elección donde caben todos los que quieran ejercer este derecho universal que es el de la conformación de las mejores combinaciones de sustantivos, adjetivos y verbos para delatar con la mayor precisión y desde la subjetividad, el mundo que nos afecta.